Cinco minutos más de todo lo que nos hace feliz.
Hace unos años venía sacrificando mi alma en nombre del éxito (del ego).
No me di cuenta. Nunca nos damos cuenta cuando estamos justo en lo más profundo de una relación tóxica.
Mi relación tóxica con el trabajo no me dejó ver durante muchos años que mi alma, espíritu, cuerpo y corazón también necesitaban atención, necesitaban ser escuchados, así como escuchaba la mente, las mil y un ideas, los mil y un proyectos que creaba de forma natural.
Viví “en on” de la mente, del hacer, del estar.
Le di “off” al cuerpo, alma, espíritu, al corazón y al "ser" y viví en el no parar nunca, por ningún motivo, porque la vida se ve como una carrera de la cual sentimos que no podemos quedar atrás.
Y aquí estoy todos los días...
Escribo, no escribo,
¿Escribo o no escribo?
Escribí, no compartí.
Quiero escribir, luego no quiero escribir.
Cambio a diario porque muto a diario.
Incluso un día escribo, otro día leo y no reconozco a quien escribió.
Es que escribí mientras mutaba.
Respeto y reconozco cada una de mis pequeñas y fugaces versiones porque sé que cada una de ellas es importante para renacer…
Y de renacer sí que sé, porque un día, una época, un tiempo, me morí.
No me percaté de forma innata de que morí, pero sí sentía que no estaba viva, me faltaba la vida misma. Esa que no es tangible, esa que nunca encontraremos en la rutina perfecta y repetitiva, esa vida que no es cuantitativa, y entonces se nos va yendo entre las manos.
Luego supe de esa luz infinita, pero antes de eso, un día también me apagué.
Lenta y profundamente me fui apagando.
De todos modos, me estoy volviendo a iluminar (siempre nos volvemos a iluminar).
Ahí entendí que la vida no te quita, más bien la vida te libera.
Y me pregunté, “¿hay algo más lindo que liberarse?” Del verbo libertad.
Ay, qué liberador es liberarse, aunque en ese minuto no queramos hacerlo.
Libertad, hoy es mi intransable de vida.
Un recordatorio importante:
Aprendí algo importante este tiempo; las cosas que no haces, también duran y te pueden acompañar toda la vida.
Ojo con eso, chicas:
Las cosas que no haces o las cosas que dejamos de hacer también duran toda la vida.
Entonces, repito:
Toda la vida, y la vida es hoy (no mañana, no el lunes, no el 1 del próximo mes. Hoy).
Dulce o amarga, suave o dura, intensa o liviana, alegre o nostálgica, feliz o triste, aburrida o divertida, sumando o restando, positiva o negativa, pero la vida es hoy. Independientemente de cómo la estamos viviendo, es hoy.
¿Cómo la estamos viviendo? ¿Cómo vas a decidir vivirla?
Cinco minutos más de vida, por favor, cinco minutitos más, que la vida es linda y yo quiero un poquito más de todo, todo eso que estaba allí afuera pero que apagada no podía ver.
Cinco minutitos más de vida, de mar, de playa, de conversaciones, de leer, de reír, cinco minutos más de bailar, de abrazos, de contemplar, de momentos, de arena, de azul profundo.
Cinco minutitos más de amigas, de canto, de planes improvisados. Cinco minutitos más de emocionarse por cosas sencillas, como la puesta de sol, el sonido de las olas, o llegar a “hacerse pipí de la risa”.
Cinco minutitos más de respirar, de besos, de quedarse en la camita, de comer lento. Cinco minutitos más de caminar, de mirarse a los ojos, y cinco minutitos más de presenciar.
Yo me he vuelto adicta a los cinco minutitos más de todo lo que hace feliz y se siente pleno en mi corazón.
Y es que te vuelves adicta a la felicidad y a la forma simple que encuentras en disfrutarla.
Y cuando eso pasa, cuando encuentras la felicidad en cosas simples y sencillas, ya no te quedas, ya no transas; ni personas, ni momentos, ni situaciones que no sumen paz ni calma a tu vida.
Felicidad, libertad y paz como un estandarte.
Nunca se queden donde no haya paz.
En realidad, nunca más se queden donde no puedan ser. Somos donde podamos ser. Cinco minutitos más de todo lo que nos hace bien, cinco minutitos más de todo lo que emociona a nuestro corazón, es lo único que necesitamos en la vida.